Por: Claudia Patricia Garay Forero.
El sector de la construcción se ha caracterizado por contribuir al desarrollo económico y social de un país y tener influencias en el medio ambiente de una comunidad. Muchas veces las consecuencias ambientales son negativas, por ser un foco de contaminación debido al manejo de los materiales utilizados en los procesos de fabricación, que originan emisiones tóxicas en la atmósfera. Para contrarrestar los impactos ambientales y sociales negativos, se han llevado a cabo construcciones sostenibles, amigables con el medio ambiente, que en el mundo y en Colombia se han incrementado de forma progresiva.
En Europa, en los Países Bajos, diseñadores de la empresa Fiction Factory en Ámsterdam, han desarrollado una solución de vivienda hecha con cartón, denominada Wikkelhouse, que de acuerdo con sus creadores, tiene un tiempo mínimo de duración de 50 años.
Se trata de módulos en forma de casa, como un dibujo básico de un niño, que tienen 4,6 metros de lado a lado, 3,5 metros de altura y 1,2 metros de ancho, cada uno. Estos módulos se ensamblan para crear el área de la casa. Cinco módulos ocupan algo más de 25 metros cuadrados. La vivienda cuenta con un pequeño espacio para un par de sillones, la fachada, área para una habitación con calentador o mini chimenea, cocina y baño.
Cada estructura viene laminada en madera y con una capa impermeabilizante que genera una atmósfera cálida y hogareña, protegiéndola de líquidos y otras sustancias que podrían resultar dañinas.
Es una opción minimalista y prefabricada destinada a preservar el medio ambiente, que propende por la optimización de los recursos naturales y el reciclaje de las materias.
En Inglaterra, en Londres y Dorset han sido entusiastas con esta propuesta, pues en estos lugares las viviendas no solo se han utilizado como residencias, sino también para adecuar oficinas, salones de clases en universidades y pequeñas cabañas en el campo.
Colombia también ha hecho eco de las nuevas tendencias en construcción amigable con el medio ambiente. En el departamento del Meta hay viviendas construidas con material vegetal nativo de la región. Un ejemplo de ello son las viviendas rurales que utilizan palmas como la guayacana para las cubiertas naturales, que pueden durar de 12 a 13 años.
El barro y el bahareque, otros materiales utilizados en esta región, permiten el desarrollo de edificaciones naturales, que apiladas alrededor de una malla se texturizan y constituyen una pared resistente y duradera. Este tipo de construcciones no sólo aportan a la preservación del medio ambiente, sino que se consolidan como una alternativa económica y asequible; especialmente para las poblaciones menos favorecidas.
Asimismo, se han creado numerosas entidades destinadas a promover el concepto de sostenibilidad en edificaciones nuevas y existentes, entre las cuales puede encontrarse el Consejo Colombiano de Construcción Sostenible (CCCS); uno de sus principales proyectos a nivel nacional es conocido como LEED®, por sus siglas en inglés: Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental, en alianza con el US. Green Building Council, (Consejo de Construcción Verde) y el Green Business Certification Inc (Certificación en Negocios Verdes). El propósito de este proyecto es fortalecer las capacidades técnicas de la industria en construcción sostenible y asegurar una oferta de educación de alta calidad en sostenibilidad. De acuerdo con el CCCS, a 31 de agosto de 2017 había 105 proyectos de construcción que fomentan la sostenibilidad con certificación LEED® y 235 más en proceso de certificación.
Los 340 proyectos inmobiliarios en el listado oficial de LEED®, de más de 200 inversionistas, suman 6,2 millones de m2 y representan $23 billones de pesos en inversiones en 44 ciudades y 22 departamentos de Colombia; los cuales aparte de estar enfocados en ahorrar agua y energía, concentran sus diseños en generar condiciones de salud y de bienestar para quienes los habitan.
En una entrevista concedida al diario El Espectador en el 2014, la directora regional del CCCS dijo que las construcciones sostenibles lograron ahorros en energía hasta del 70%, en comparación con una edificación tradicional; en cuanto al consumo de agua, este tipo de construcciones alcanzaron ahorros de hasta un 90%.
El CCCS también promueve un tipo de certificación denominado Referencial Casa Colombia, que impulsa la transformación de la construcción de viviendas en el país hacia la sostenibilidad, en alienación con las políticas nacionales de crecimiento verde. Este tipo de certificación permite que proyectos de vivienda, incluidos los de interés social y prioritario, reciban certificaciones o estándares de acreditación que en otras ocasiones no se lograrían.
Casa Colombia cuenta con siete categorías:
Sostenibilidad con el Entorno.
Sostenibilidad en Obra.
Eficiencia en Agua.
Eficiencia en Energía.
Eficiencia en Materiales.
Bienestar.
Responsabilidad Social.
Por su parte, la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol), al ser socio local de la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés) del Banco Mundial, ha puesto en marcha un plan para la transformación de la construcción de edificaciones que involucre diseños, materiales y construcción mediante altos estándares de sostenibilidad ambiental. Para esta iniciativa, desde el 2016 Camacol es socio en Colombia del IFC, de la certificación EDGE, por sus siglas en inglés: Excelencia en el Diseño para mayores Eficiencias, que promueve materiales, diseños y procesos constructivos con parámetros internacionales de sostenibilidad. Según el Ministerio del Medio Ambiente de Colombia, esta certificación apunta a generar una economía neutral en emisiones de carbono y mitigar los impactos del cambio climático.
La construcción sostenible en Colombia y el mundo se ha convertido en una tendencia cada vez más aplicada en todo tipo de estructuras, y es factor de decisión importante para quienes desean adquirir algún tipo de inmueble; como una alternativa y necesidad de realizar proyectos que impulsen el desarrollo integral de una sociedad y que a su vez se traduzcan en importantes ahorros en servicios y un mayor bienestar para las comunidades.